BRAHMACHARYA
El cuarto de los Yamas de Patañjali sería Brahmacharya. Este Yama hace referencia al uso que hacemos de la energía. Nos invita a controlar esa energía, es decir, a mantener un flujo equilibrado, sin demasiados altibajos. Para ello podemos ayudarnos de la moderación. Esa virtud tan olvidada en ocasiones.
Aquí he de hacer una aclaración: dependiendo de la fuente de la que bebamos, encontraremos dos tipos de corrientes respecto a este yama. Una de ellas relaciona a Brahmacharya únicamente con el control de la sexualidad. Le da una interpretación más monástica, más centrada casi en el celibato y la abstención o control radical del deseo carnal. El otro punto de vista, que en mi opinión es el más realista y adaptado a la sociedad en la que vivimos, abarca mucho más que la sexualidad. Se refiere a una gestión responsable de las pulsiones del ser humano con el objetivo de alcanzar un estado espiritual más avanzado o superior. En esta línea encontramos la interpretación de los sutras que hace Krishnamacharya [de quien hablaré en otro momento].
A tal respecto he de decir que considero a este yama un punto de reflexión importante en nuestra vida: no se trata de castidad ni abstinencia, se trata de respeto hacia nosotros mismos y hacia la persona con la que compartimos nuestra intimidad en ese intercambio de energía y de unión. Por eso hablaba al principio de la moderación, ya que nos hace tomar conciencia del uso que hacemos de nuestra energía vital en cada acto de nuestra vida. Todo en exceso y sin control es perjudicial. Se puede disfrutar de todos los placeres de la vida desde la moderación y el respeto hacia uno mismo [recordemos el principio de Ahimsa] y hacia los demás.
Bien, aclarado esto, se nos puede plantear una duda: cómo llevamos este yama a nuestra práctica sobre la esterilla? En realidad es más sencillo de lo que parece. El secreto está en la constancia. Esto se podría traducir en llevar un día a día en nuestro yoga, o lo que viene a ser lo mismo, que no practiquemos un mes tres veces al día, y luego nos tiremos cuatro meses sin extender nuestra esterilla. Constancia, otra virtud a practicar.
Otra cosa a tener en cuenta es el uso que hacemos de la energía vital en clase de yoga. Para esto nos podemos ayudar siempre de la respiración con conciencia [ya os hablaré de pranayama más adelante], nuestra gran aliada. Una vez que ponemos en marcha estos mecanismos, vamos a ver resultados. Si salimos de una clase de yoga con la sensación de que estamos faltos de energía, es que algo no hemos estado haciendo bien. Una práctica puede ser intensa, al salir podemos notar la huella del trabajo en nuestros músculos. Eso es normal. Pero no debemos salir faltos de energía. Eso sería indicativo de que no hemos sabido controlar nuestra energía vital durante el tiempo que hemos pasado en nuestra esterilla. Las causas pueden ser muchas, pero la más común es que no hayamos estado presentes, es decir, que hayamos hecho las asanas como meras posturas sin dedicarles atención y conciencia a lo que hacíamos. Tener la mente en otro lugar y poner nuestro cuerpo en modo automático. Ahí es cuando surge esa fuga de energía. Por lo tanto, cuando estamos sobre nuestra esterilla, debemos estar presentes, en el más bello y amplio sentido de la palabra.
Feliz día
Namaste 🌸
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